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Rafael Carreño: 40 años al servicio de la espeleología en Venezuela

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El vínculo humano con la naturaleza está cargado de constantes aventuras, descubrimientos y experiencias útiles para la comprensión de lo que somos y cómo nos relacionamos con el resto de los seres vivos.

La exploración de cuevas y cavernas es una de las experiencias más recurrentes entre los aficionados al deporte de aventura, expertos en antropología, paleontología, geomorfología y la espeleología.

Uno de los apasionados por esta actividad es Rafael Carreño, quien durante 40 años ha sido uno de los espeleólogos venezolanos que ha generado aportes fundamentales para la comprensión de lo que yace en el subsuelo.

Cuenta que comenzó a fascinarse por las cuevas desde muy niño, especialmente desde la lectura. Recuerda que Julio Verne inspiró su curiosidad por las maravillas del mundo. Lo propio pasó con su formación con el Movimiento Scout en Venezuela.

“Me acuerdo que me llamaba mucho la atención las cuevas; tuve este primer contacto gracias a la lectura, leía muchísimo de pequeño. Leía los libros de Julio Verne, estas novelas de aventuras (…) y esto me atrajo como una actividad lúdica, que estimulaba la imaginación”, recuerda.

Carreño llegó a la Sociedad Venezolana de Espeleología a los 25 años. Conocía parte de los trabajos que realizaban porque era aficionado a los boletines que publicaban, en ellos encontraba mapas, informes, investigaciones, entre otros materiales de gran valor.

Su experiencia le permitió sumarse como Profesional Asociado a la Investigación del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), ser presidente de la Sociedad Venezolana de Espeleología y secretario adjunto de la Federación Espeleológica de América Latina y el Caribe.

Explica que la relación de la humanidad con las cuevas tiene siglos. Su uso como refugios, por parte del Homo sapiens y los Neandertales, se dio en Europa durante el Pleistoceno, ante el avance de los glaciares.

En el caso de nuestro continente, las cuevas estaban más vinculadas a lo sagrado, “como un espacio donde poder contactar a sus ancestros, donde poder comunicarse con las deidades y desarrollar actividades, poco usuales, que todavía se vienen ejecutando por parte de algunos grupos indígenas de Venezuela y de nuestra región, por ejemplo, para enterramientos humanos (…) es parte de una tradición; como murales para pinturas rupestres”.

¿Cómo se forma un espeleólogo?

Carreño explica que los espeleólogos inicialmente se forman lúdica y recreativamente, pero, con el paso del tiempo y la experiencia adquirida, se convierten en puentes entre el ambiente subterráneo y la sociedad.

“Consideramos que se empieza a ser espeleólogo y no simple excursionista, a partir del momento en que hace su primera topografía; esa es la graduación, eso es lo que cambia la actitud porque deja de visitar la cueva para admirarla, para enriquecerse en su experiencia personal y va generando un informe que puede llegar a otras personas”, explica Carreño.

Aunque no existen facultades ni escuelas de espeleología, en el mundo, hay cursos técnicos y especializados, también se aprende con “los compañeros que tienen más experiencia que uno, que van enseñando los gajes del oficio”.

Cuevas venezolanas

Venezuela es una nación rica en biodiversidad y en el caso de las cuevas hay todavía mucho por explorar, desde el punto de vista espeleológico, indica el experto venezolano, quien considera fundamental formar nuevas generaciones de espeleólogos interesados en registrar otras zonas kársticas del país.

“Todavía hay en nuestras selvas, en los rincones más ocultos muchísimas cuevas que no han sido pisadas por nadie, reportadas científicamente; y, en algunos casos, algunas cuevas son conocidas por los campesinos, los cazadores (…) pero es a través de la actividad sistemática de los espeleólogos, con equipos especializados, que podemos ingresar en algunas cuevas que pueden ser de 200 – 300 metros de profundidad de recorrido vertical”, expone.
Agrega que en Venezuela la cueva más importante para la ciencia y el turismo es la Cueva del Guácharo, con uno 10 km de desarrollo. No obstante, hay cuevas que han superado su tamaño como las del Tepuy Roraima, al sur del país o en Perijá, al norte, donde se encuentran más de 30 cuevas de interés, una de ellas la Cueva del Samán con 18 Km de desarrollo, donde recuerda hicieron “siete expediciones para lograr hacer ese recorrido, con compañeros con experiencia en buceo”.

Cambio climático

Recientemente, Rafael Carreño participó en el 19° Congreso Internacional de Espeleología, celebrado en Minas Gerais, Brasil, con la participación de más de 50 países y alrededor de 1.200 expertos.

Allí tuvo la oportunidad de presentar un resumen de las Constituciones Políticas de las naciones suramericanas y sus vínculos con la espeleología, especialmente enfocadas en patrimonio arqueológico, patrimonio biológico, biodiversidad, aguas subterráneas, entre otros temas.

Agrega que el valor que tiene en esta materia la Carta Magna de Venezuela es que establece que “somos dueños del subsuelo; somos coparticipes o beneficiarios” tanto del petróleo, los minerales y todas las riquezas que se encuentren en estos espacios.

“Las cuevas son un recurso público” señala, por eso invita a cuidarlas, protegerlas y estudiarlas.

Carreño también alerta que los procesos de desertificación que ocurren en el planeta, por la acción humana, están impactando estos espacios naturales.

El especialista expresa que es necesario hacer más campañas de educación ambiental para evitar daños o vandalismos en estos espacios, como los daños a las estalactitas, agresiones a los murciélagos y otras especies que habitan estos lugares, entre otros.

Finalmente, Carreño invita a los amantes de estas actividades a sumarse al aprendizaje de la disciplina para seguir fortaleciendo la comunidad de espeleólogos del país y garantizar que esta ciencia siga haciendo grandes aportes.

Mincyt / Prensa: VG / Fotos: CR y RC.