Markelly Pérez es ingeniera, profesora y jefa de Metalurgia del Departamento de Tecnología de Materiales de la Universidad Nacional Experimental del Transporte (UNETrans).
Nació en Caricuao, Caracas, un 22 de octubre de 1980, con solo seis meses de gestación, situación que afectó su visión, pero que no detuvo sus capacidades para aprender.
Su sanación fue factible gracias a la experticia médica y a un ímpetu bastante fuerte. «Creo que necesitaba estar en el mundo, logré revivir».
Recuerda que, aunque los 80 fueron una época muy difícil para el país y para la mujer, su padre Tomás, taxista, y su madre Olga, obrera, le brindaron todo el apoyo para su desarrollo profesional.
«Tuve una infancia muy linda, muy cuidada a raíz de ese nacimiento. Protegida totalmente. Me dieron todo lo que necesitaba».
Pérez fue una estudiante destacada, siendo la primera de su clase. No obstante, aspirar a estudiar medicina en la universidad, en 1998, fue difícil, principalmente por su condición de mujer.
«Yo quería ser médico de la Universidad Central de Venezuela, no pude por la situación de la vista y eso me frustró muchísimo. Estuve un año en espera tratando de decidir qué iba a estudiar y me topé con tecnología de los materiales».
Asegura que, aunque no estaba muy convencida de la carrera en metalurgia, al visitar los espacios del Instituto Universitario Tecnológico Federico Rivero Palacios (IUT) -hoy UNETrans- descubrió el área de los biomateriales, algo que la apasiona.
Pérez afirma que ahí se enfrentó nuevamente a la estigmatización por ser mujer. «Luchar contra ese paradigma de que las mujeres no podían ser metalurgistas; hubo un reto importante, logré ser el primer promedio de mi carrera; sin embargo, no pude entrar en la industria por ser mujer y eso me llevó a otras vías de desarrollo».
Cuenta que trabajó 14 años en el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, como analista de proyectos en el área de metalurgia y metalmecánica.
Posteriormente, retomó sus estudios en el antiguo IUT donde se gradúa como ingeniera metalurgista en materiales industriales, en 2020, y, paralelamente se convierte en docente de la institución. Un año después es nombrada jefa de metalurgia y se convierte en responsable de los trayectos iniciales.
«No pensé nunca que podía ser docente y conseguí mi profesión. Me apasiona dar clases. Yo no tengo hijos, vivo con mi hermana, mi sobrino; pero mis estudiantes vinieron a compensar algo que faltaba», señala Markelly Pérez.
Afirma que ser una mujer de las ciencias es maravilloso, especialmente porque «este gobierno nos permitió a las mujeres tener una participación importante, algo que no teníamos hace 20 años atrás, representa un orgullo para mí como persona, como profesional. Me siento nutrida, contenta, porque constantemente estoy creciendo, estoy aprendiendo y evolucionando».
La ingeniera continúa su formación, ahora desde la Universidad Bolivariana de Venezuela donde es doctorando en Ciencias de la Energía; también participa activamente en el desarrollo de proyectos en el área de la evaluación metalúrgica para brindar soluciones al sistema de transporte del país.

Las mujeres tienen sentido de detalle y dulzura
La ingeniera metalúrgica explica que su trabajo implica la sensibilidad, la dulzura y la fuerza humana, para cumplir con las tareas diarias que demanda trabajar con metales y sus aleaciones.
«Uno no sabe la capacidad que tiene hasta que le toca», asegura la experta.
Fundir materiales, hacer cortes de muestras y levantar peso requiere de «ese sentido materno y humano en una carrera que es muy rígida. La carrera también requiere ese sentido de amor; un sentido de detalle, una perfección hacia mejorar las cosas, mejorar los procesos, somos más organizadas».
Afirma que las mujeres tienen la capacidad de hacer múltiples tareas «dando ese toque de color, amor y dulzura que hace falta en esos espacios».
Mirando al pasado, Markelly dice que si pudiera ver a su «yo» más joven le diría: «No te preocupes, realmente estamos en el camino correcto».
Finalmente, precisa que su meta es hacer más aportes al mundo, «que generen un profundo cambio humano, científico, tecnológico, de distintas índoles».

Mincyt / Prensa: VG / Fotos: CR.