Venezuela es un país de gran diversidad, especialmente reflejada en su gastronomía, que constituye un elemento clave de su identidad cultural.
Dentro de este ámbito, el papel de la mujer es esencial, señala el doctor José Aguiar López, experto en Patrimonio Cultural e investigador de la Fundación Instituto de Estudios Avanzados (IDEA).
Junto a investigadoras de la Universidad Simón Bolívar (USB), Aguiar trabaja en un proyecto que cobra forma en el libro Periplo Culinario Venezolano. Esta obra recopila hasta ahora entre 12 y 14 artículos, además de 14 recetas tradicionales del país. Todos estos contenidos comparten un eje común, el rol de la mujer como protectora y transmisora de estos saberes culinarios.
El proyecto aborda una variedad de platos, desde los más conocidos hasta aquellos que han sido parte de la cotidianidad de muchas familias venezolanas durante generaciones.
«Comenzamos con un primer artículo relacionado con la arepa en sus distintas presentaciones, luego hablamos del casabe, las empanadas, la hallaca caraqueña, y así fuimos ampliando nuestro enfoque hacia una vasta gama de platos emblemáticos», indica el especialista.
Explica que «más allá de la receta en sí, lo que queremos transmitir es el valor emocional que tiene cada platillo para el pueblo venezolano. Estos son más que simples recetas; son símbolos de nuestras tradiciones, de nuestra historia».
Para el doctor Aguiar «estos platillos se han mantenido a lo largo del tiempo gracias a la receta que entroniza la mujer venezolana».
A su juicio, la mujer «es la que erige la receta y quien la mantiene viva en cualquier lugar que se encuentre. La receta traduce lo que es la tradición y la oralidad desde la perspectiva patrimonial cultural».
El especialista e investigador de la Fundación IDEA destaca que, a pesar de los cambios sociales y geográficos, la receta se ha mantenido gracias al esfuerzo de las mujeres que, independientemente de su ubicación, han logrado preservar los sabores y las técnicas que definen a cada platillo.
«La receta va pasando de generación en generación, la abuela se la deja a la madre, la madre se la deja a la hija, la hija se la da a la nieta, y se va moviendo la receta en manos de estas mujeres sin importar si se encuentran en la misma región», manifiesta.
El especialista coloca de ejemplo su caso, enfocado en la hallaca caraqueña, cuya receta fue pasando de su abuela hasta manos de la hija de un sobrino.
«La misma receta que se hacía en 1900 la hace en este momento la hija de mi sobrino fuera de Venezuela», enfatiza.
Este proyecto investigativo es una contribución a la memoria colectiva, que permite que las futuras generaciones conozcan los platillos y la historia detrás de ellos.
«Esta iniciativa investigativa desde el IDEA y con la USB va a contribuir muy densamente a mantener la historia del platillo, la receta y mantener entronizados a estos platillos para que las nuevas generaciones reconozcan ahí las realidades venezolanas y se autorreconozcan históricamente en su familia. Los platillos definen a la familia, la hallaca define a la familia, el pabellón define a la familia. Eso es la huella de la mujer presente en ese hogar», concluye.
Mincyt / Prensa / AE





