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La vida simple, la vida plena: la evidencia científica que lo demuestra.

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¿Te has preguntado si la búsqueda de más cosas en realidad te está alejando de una vida más plena? En un mundo de excesos, la ciencia ofrece una respuesta contundente: la felicidad no se encuentra en lo que acumulamos, sino en lo que somos capaces de soltar para hacer espacio a lo que realmente importa.

Un revelador estudio de la Universidad de Otago, que analizó a más de 1.000 personas en Nueva Zelanda, lo demuestra. La investigación revela que quienes practican la «simplicidad voluntaria» —elegir conscientemente consumir menos— reportan niveles significativamente más altos de bienestar emocional y social. El hallazgo clave es que la recompensa no está solo en el desapego material, sino en lo que este acto libera: más tiempo para proyectos significativos, más conexión auténtica con los demás y una sensación más profunda de propósito.

El mito de la felicidad comprada

El consumo materialista, pese a lo que nos promete la publicidad, no genera incrementos duraderos de felicidad. Es un efecto fugaz. Peor aún, alimenta un modelo insostenible: en solo dos décadas, el consumo global de materiales creció un 66 %, acelerando la degradación ambiental. Perseguir la felicidad a través de las compras no solo es ineficaz, sino que tiene un costo planetario enorme.

La riqueza está en la experiencia y la comunidad

La investigación señala que la verdadera satisfacción proviene de cultivar relaciones y experiencias, no de acumular objetos. Actividades como participar en huertos comunitarios, compartir herramientas o integrarse en redes de préstamo generan interacciones que fortalecen el tejido social y reducen la dependencia del mercado. Si bien coordinar con otros puede parecer más complejo que simplemente comprar, la experiencia muestra que estas dinámicas aportan un valor humano que una tarjeta de crédito jamás podrá igualar.

Curiosamente, las compras que generan una felicidad más perdurable no son objetos, sino experiencias compartidas: un viaje, una celebración, un taller creativo. El proceso de «querer» algo, planearlo y construirlo en comunidad, a menudo resulta más satisfactorio que la gratificación instantánea de la compra individual.

Elegir lo suficiente en un mundo de abundancia

Frente a una cultura obsesionada con el exceso, la simplicidad voluntaria emerge como un contrapeso silencioso pero poderoso. Se trata de elegir lo suficiente por encima de lo abundante, y priorizar la conexión sobre la posesión.

#CienciaParaLaVida