Por: Gabriela Jiménez Ramírez
Un reciente artículo publicado en el portal The Conversation abre un panorama fascinante sobre el fenómeno del microquimerismo, un proceso biológico complejo en el que células fetales migran hacia el organismo materno y pueden permanecer activas en distintos órganos por décadas.
Durante la gestación se produce un flujo bidireccional de células entre madre e hijo, aunque en mayor medida del feto hacia la madre.
Estas células pueden alojarse en el hígado, el corazón, los pulmones, la tiroides e incluso el cerebro.
Un dato interesante es que su permanencia no es efímera, pueden mantenerse toda la vida, lo que implica que cualquier persona tiene la posibilidad de llevar en su cuerpo rastros celulares de generaciones anteriores. Desde el punto de vista médico, el microquimerismo presenta una dualidad fascinante.
Por un lado, puede tener efectos protectores. Ya diferentes investigaciones han mostrado que las células fetales contribuyen a la regeneración de tejidos dañados y a la protección frente a ciertos tipos de cáncer, como el de pulmón o tiroides.
Un estudio experimental aplicado en ratones, publicado por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica, reveló que en casos de daño cardíaco o hepático, estas células pueden contribuir a la regeneración del tejido afectado, funcionando como una especie de sistema de reparación «donado» por las crías.
Otro hallazgo es la presencia de estas células fetales en el cerebro humano. Estudios publicados por el journals.plos y citado por el portal The Conversation, identificaron ADN con cromosomas sexuales «Y» en el tejido cerebral de mujeres fallecidas, lo que demuestra que no se trata de células pasivas, sino activas y funcionalmente integradas.
Estos resultados abren nuevas líneas de investigación sobre su papel en la salud psicológica y neurológica, desde el posible vínculo con tumores cerebrales hasta la relación con enfermedades como el Alzhéimer o la depresión.
Por ejemplo, un estudio español, el primero realizado con este enfoque, reveló que las mujeres deprimidas tenían menos células de este tipo. Estos hallazgos abren nuevas vías para estudiar estas células y la relación con la depresión femenina y la unión de madre e hijo.
Además de estos estudios, el microquimerismo plantea preguntas filosóficas sobre la identidad humana y si somos portadores de células ajenas, ¿qué significa realmente el “yo”? ¿Es el individuo un ente cerrado o un mosaico biológico en permanente intercambio con otros?
Pese a todos los análisis científicos, como señala el portal The Conversation, circula mucha información sin fundamento que sugieren que las mujeres conservan células de todos los hombres con los que han tenido relaciones sexuales.
Sin embargo, ningún estudio científico respalda esa idea, que responde más a prejuicios machistas que a hechos comprobados. La evidencia es clara: la única fuente demostrada de microquimerismo son los embarazos.
El microquimerismo no solo constituye un hallazgo clave en la medicina moderna, sino que también nos enfrenta a la necesidad de revisar nuestra concepción de la individualidad. #CienciaParaLaVida