La organización Productores Integrales del Páramo (Proinpa) cuenta con más de 20 años de trabajo en favor del desarrollo socioproductivo en Mérida y toda Venezuela.
Es conocida por sus aportes en el rescate, estudio, conservación y producción de la semilla de papa nativa; ocho de las variedades que manejan llevan los nombres de las abuelas de algunos de los productores y productoras más reconocidos de la zona.
Además, Proinpa avanza en el proyecto del rescate del tejido andino y de las ovejas productoras de lana, que mermó producto del desinterés de algunos de los productores, la llegada de la pandemia, así como la imposición de medidas coercitivas unilaterales que llevaron al país a un estancamiento en diversas áreas productivas.
Rafael Romero, ingeniero agrónomo y coordinador de planificación de Proinpa, es uno de los productores andinos que está al frente de este proyecto. Considera que la oveja es un animal “de múltiples propósitos” y por ende debe ser parte esencial del desarrollo agroproductivo de la zona.
Narra que los monjes agustinos, que se asentaron en el páramo merideño en el siglo XVI, trajeron los primeros rebaños de oveja, creando una cultura asociada al animal y al tejido andino.
“Ese tema entró en desuso durante muchos años cuando nace la agricultura convencional, comercial. La actividad de ovino pasó a ser una actividad marginal, dejaron de criar los ovejos y hubo como una especie de abandono de la actividad de los tejidos”, explica.
El productor agroecológico señala que con el nacimiento de Proinpa “decidimos incorporar los elementos de la agricultura tradicional, entre eso el ovejo, pero con la lógica nuestra que es incorporar tecnología”.
Asimismo, comenta que existieron otras iniciativas similares destinadas al rescate del tejido andino; sin embargo, la mezcla de ovejas de pelo (de las zonas cálidas) con ovejas de lana (de las zonas frías), hicieron que esta fibra perdiera calidad.
“El pelo es una fibra única que cuando la tratas de doblar ella vuelve a su estado original; mientras que la lana es una fibra segmentada que la puedes doblar”, expone.
La combinación de ambas fibras hizo que el tejido produjera, al contacto con la piel humana, alergias o picazón.
“Cada vez se desmotivaba más a las personas de acá o a los turistas de usar prendas con lana nuestra. Entonces había un esfuerzo tremendo para tener lana, para hacer tejidos, pero la lana era de mala calidad”, dice Romero.
Para romper con este patrón, Proinpa, con su esquema de integración en las fincas, introdujo el elemento de la oveja por las múltiples ventajas para el sector productivo.
El ingeniero agrónomo cuenta que “la oveja es un animal de fácil manejo, que produce carne, produce lana, produce leche para sus corderos y produce fertilizante orgánico”.
oveja
El comercio de lana artesanal depende mucho de los vaivenes del mercado, refiere Romero; agrega que el proceso de esquilar la oveja para obtener su lana se realiza cada ocho meses, a esta fibra pueden darle múltiples usos.
Menciona que la lana es empleada en la elaboración de semilleros para hacer plántulas; para reciclaje de plástico destinado a crear cordeles; y como insumo en la escuela de tejidos.
“Con el trabajo de la raza ‘charollais’ estamos tratando de irnos hacia el tema cárnico que es un tema que está en boga en el país; hay muchos restaurantes y muchas iniciativas en el tema del consumo del cordero que no es algo tradicional en nosotros, es más de la gente de Medio Oriente. La colonia árabe es un cliente potencial siempre, porque valora mucho la carne de ovejo”, explica.
Logros del proyecto
El ingeniero agrónomo explica que en Proinpa tienen proyectado avanzar en la inseminación artificial en ovejos; pese a que tienen los equipos “en el mercado muy especulativo era muy costoso comprar pajuelas del semen congelado (de ovejos), inclusive resultan más caras que las de vaca”, indica.
Mientras logran consolidar esa meta, Romero agrega que están trabajando con la monta controlada o monta natural del rebaño.
“Ya tenemos los primeros corderos, que son hijos del primero y del segundo ovejo que trajimos, que tienen varias cualidades”, expone Romero.
Menciona que la carne de cordero se certifica hasta los seis meses de edad. “Tenemos unos avances significativos, con la raza ‘corriedale’ teníamos 30 kilos de peso vivo a los seis meses; con la raza ‘charollais’ tenemos 30 kilos de peso vivo a los tres meses; y tenemos entre 40 y 50 a los seis meses, ese es el logro tangible”, asegura.
Para Romero, y el equipo de Proinpa, queda pendiente desarrollar el proceso de mejoramiento genético mediante Inseminación Artificial a Tiempo Fijo (IATF), “desde extraerle el semen al padrote que tenemos, mientras podemos tener de otros padrotes también, para ir enriqueciendo, al igual que con la semilla, un germoplasma, una genética que podamos reservar”.
Celebra el creciente entusiasmo de los productores del páramo andino con los múltiples beneficios de este proyecto, que atienen el desarrollo del tejido andino, con cría y proyección alimentaria nacional, teniendo como eje “mantener el enfoque que venimos pregonando en Proinpa que es la agricultura diversificada e integral”.
Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Vanessa Gutiérrez.