Investigadores realizaron un hallazgo en ratones que demuestra cómo la terminación de una comida está controlada por circuitos neuronales específicos, que influyen en la rapidez con la que comen y en el momento en que dejan de comer, lo que ha permitido una mejor comprensión del apetito humano.
Una publicación de la revista científica Nature, refiere que científicos ya habían demostrado que los nervios del intestino, llamados nervios vagales, detectaban cuánto han comido los ratones y qué nutrientes habían consumido, al usar señales eléctricas para “pasar esa información a una pequeña región en el tronco del encéfalo que se cree que influye en el momento en que los ratones y los humanos dejan de comer”, describe el artículo.
El fisiólogo Zachary Knight de la Universidad de California en San Francisco, junto a sus colegas, implantaron un sensor de luz en el cerebro de ratones que habían sido modificados genéticamente para que las neuronas prolactina (PRLH) liberaran una señal fluorescente cuando se activaban mediante señales eléctricas transmitidas a lo largo de neuronas de otras partes del cuerpo.
“Knight y su equipo infundieron un alimento líquido llamado Garantizar, que contiene una mezcla de grasas, proteínas, azúcar, vitaminas y minerales, en los intestinos de estos ratones. Por el contrario, las neuronas PRLH no se activaron cuando el equipo infundió solución salina en el intestino de los ratones”, señala la publicación.
Así pues, el fisiólogo detectó en sus experimentos que las neuronas PRLH responden de manera diferente, dependiendo de si las señales provienen de la boca o del intestino, y sugiere que las señales de la boca anulan las del intestino.
La investigación de Knigth también arrojó que “al utilizar un láser para activar las neuronas PRLH en ratones que comían libremente, los investigadores pudieron reducir la rapidez con la que comían los ratones”.
Seguidamente, otros experimentos demostraron que las neuronas PRLH no se activaban durante la alimentación en ratones que carecían de capacidad para saborear lo dulce, lo que sugiere que el sabor activa las neuronas.
«Las señales de la boca controlan la rapidez con la que se come, y las señales del intestino controlan la cantidad que se come», explicó Knight, reseñado por la revista Nature.
Por su parte, el neurocientífico Chen Ran de la Universidad de Harvard en Boston, Massachusetts, dijo que este trabajo aclara cómo el gusto regula el apetito y proclamó que los hallazgos probablemente también se apliquen a los humanos debido a que los circuitos neuronales “tienden a estar bien conservados en ambas especies”.