Micorrizas, el aliado perfecto para la restauración del bosque nublado de Altos de Pipe

Micorrizas, el aliado perfecto para la restauración del bosque nublado de Altos de Pipe

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El uso de las micorrizas con enfoque ecológico se convirtió en la pasión de Laurie Fajardo Ramos, bióloga y actualmente investigadora del Laboratorio de Biología de Organismos del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), quien plantea que la restauración de las áreas degradadas por la acción del hombre, puede contribuir a la mitigación de los efectos perjudiciales del cambio global, sobre la salud de los ecosistemas.

De allí que viene trabajando en un proyecto orientado hacia el uso de estos microrganismos en la recuperación de áreas degradadas por la actividad humana, tomando en cuenta que la crisis ambiental global, coloca en primer plano el conflicto de uso del hombre con su entorno que ha generado una gran devastación en muchas regiones del planeta.

Explicó Fajardo Ramos que ahora no basta con conservar lo que queda, que es menos del 40 % de la cobertura vegetal natural en el contexto global. Ya no es suficiente conservar y se deben buscar estrategias urgentes, como la restauración ecológica, siguiendo la trayectoria de la naturaleza, a manera de mitigar el impacto negativo que esta devastación pueda tener sobre todas las formas de vida.

Desde la investigación que adelanta la doctora Fajardo Ramos donde aborda un pequeño aspecto de todo lo que pudiera hacerse para lograr que un área degradada se le pueda conferir la funcionalidad que tenía.

Las micorrizas arbusculares son unos microorganismos que se encuentran en el suelo, cuyos usos pasan por ser considerados como un biofertilizante con un gran valor en la restauración ecológica y justo en esa línea está orientado el que cuenta con financiamiento del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (Fonacit), orientado al uso de las micorrizas como bioherramientas para restaurar algunas áreas del bosque nublado de los Altos de Pipe, afectadas en el pasado por la ocurrencia de incendios los cuales han favorecido, entre otras cosas, la aparición de especies exóticas, como el helecho invasor Pteridium arachnoideum.

“El helecho cuando crece logra desarrollar un sistema de rizomas subterráneos muy fuerte, con grandes reservas de nutrientes y una gran capacidad de generar nuevos brotes, aun cuando se corte”, explicó la investigadora.

Este helecho cubre extensas áreas ocupadas antiguamente por bosque nublado, constituyendo esto un problema ambiental, si se toma en cuenta que entre los beneficios de los bosques nublados se encuentra el mantenimiento del balance hídrico que beneficia aguas abajo. Si el bosque desaparece, se altera este equilibrio lo que puede afectar significativamente el suministro de agua dulce a las comunidades asentadas en su área de influencia, porque los bosques son responsables de un alto porcentaje de la captación de agua que va hacia los reservorios y desemboca aguas abajo en los embalses.

“Si el bosque desaparece y es sustituido por una especie que altera la riqueza de especies de plantas nativas, se enlentece el mecanismo de regeneración que naturalmente ocurre en los ecosistemas naturales luego de una perturbación. En vista de ello, estamos en la búsqueda de alternativas para recuperar esos espacios afectados por la invasión, a través de la restitución del bosque con el uso de las micorrizas arbusculares”.

Se pudo conocer que, la primera etapa del proyecto se encuentra en la fase del procesamiento de los datos que han arrojado unos resultados muy interesantes y donde se evidencia que, si se controla el crecimiento del helecho, todas las otras especies de plantas que coexisten con él pueden desarrollarse y crecer, favoreciendo así el avance de la regeneración natural hacia la conformación de estadios serales más complejos.

Para lograr controlarlo, fueron aplicados una serie de tratamientos, para conocer su efectividad sobre el crecimiento del helecho, los cuales consistieron en la aplicación de sombra, encalado y fertilización. Un hallazgo inesperado que ha resultado del proyecto fue saber que, debajo del helecho, se han encontrado 116 especies de plantas, entre las que se contabilizan árboles, arbustos y gramíneas, lo que ha dejado por fuera la hipótesis que donde crece el helecho no prospera ninguna otra especie.

“De las 116 especies, 5 son endémicas de Venezuela y toleran las condiciones que ofrece el helecho, 4 son exóticas y 3 son gramíneas de origen africano”, puntualizó Fajardo Ramos.

Prensa IVIC/ Edith García